Me cansé de esperar-te, de que decidieras algo conmigo, de que me gritaran tus ojos y me hablara tu boca, de que tu piel me buscara y tu saliva me quitara la sed.
Mi boca hambrienta de tus besos, mis manos ansiosas de ti, mi olfato perdido en tu aroma, la electricidad que recorre todo mi cuerpo con tu contacto y la humedad que producen tus palabras, decidieron que ya no más.
Ahogué las mariposas en cinco horas con muchas tazas de café y me descubrí en otra mirada, me senté en otra sonrisa y de pronto, ahí estaba yo, bailando libremente en risas provocadas por mi.
¡Pude ser tantas cosas para ti y decidiste que sólo fuera un recuerdo!
Estaré siempre por ti y para ti.
No, no es el, ni eres tu, soy yo.
Soy esa agua cantarina que quería correr por tus venas y con tu frialdad, se convirtió de nuevo en escarcha.
Ven, mi vida, tómate ésto en las rocas; a partir de ahora, podrás acariciarme cuantas veces quieras, pero sólo...a través de mis letras.
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