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viernes, 31 de marzo de 2017

Hermosa tinta.

Por fin estás delante de mi, mi hombre de azúcar, mi fetiche encarnado, mi perversión confesa, mi fantasía materializada. 

Es imposible no derretirme lentamente con tu sonrisa, siento como se derrumban poco a poco todas las barreras impuestas para poder mostrarlo abiertamente, sin importarme lo que puedas pensar.

No hay forma posible de resistirme a tu cercanía, ni quiero hacerlo. Tu roce provoca una descarga de electricidad que me recorre la columna vertebral de forma tal que se disparan todos mis instintos animales.

Acercas lentamente tus labios a los míos y las mariposas revolotean sin control, esperan ansiosas las promesas de tus besos.  

Destilas pasión, lascivia, lujuria, deseo que aviva al mío; eres un auténtico cazador y me deleito al saber que soy tu presa.  

Sé que sabes que estoy en espera de caer lentamente en tu infierno al tener tu tinta para mi, para mi auténtico y perverso placer. Alargas el momento tanto como es posible y al caer tu camisa, abres las puertas del averno. 

¡Carajo! ¡Qué hermoso diablo! 

Delineo, como si el tiempo fuera eterno, cada una de las figuras de tu espalda, mientras mi mente empieza a delirar con los colores que resaltan en ella, para empezar la lenta agonía que ocurrirá cuando llegue a tus brazos. Cronos hace lo propio y congela las horas para que pueda deslizar las yemas de mis dedos y la lengua por cada uno de tus tatuajes.

Entonces, me pierdo, Me pierdo en ti y contigo. Dejo que hagas conmigo lo que te venga en gana, deslizándome al abismo del placer. Tus ojos, tu boca, tu cuerpo, tu sexo. Eres deliciosamente perverso. 

Besas cada parte de mi anatomía, mientras deslizas tus manos recorriéndome. Me humedeces, me mojas, me empapas. Me arrancas suspiros, expresiones que no conocía y unas cuantas carcajadas orgásmicas. Me tomas, me pruebas, me bebes. Me haces tuya, una y otra vez, en una noche eterna.

Un éxtasis total deslizarme en tu hermosa tinta, como gata en celo, que repetiría hasta el agotamiento de mis sentidos. 

Los cambios en tu mirada, los matices en tu voz, la gitana leyendo tus manos e ignorando lo que ve en ellas, solamente dejándose llevar al ritmo de tus deseos.

Me embriago con tu saliva, con tu aroma, con tus caricias, con tus palabras, con tu tinta. Con tu forma de hacer del sexo una obra de arte, hasta llegar al clímax.

Abro los ojos.

¿Fue real o lo soñé? 




#hermosatinta

miércoles, 15 de marzo de 2017

En mis noches de...

¿En quién piensas en tus noches de calentura para tocarte? Fue la pregunta en una conversación casual.
No, no me imagino a Brad Pitt, Tom Cruise o Andy Garcia, ni siquiera a Leonardo Di Caprio que tanto me gusta.

Pienso y recuerdo a hombres más cercanos, más alcanzables y que además, haya tenido el gozo de conocerlos, tocarlos, probarlos y degustarlos, según sea el caso. 


Desde que recuerdo, no hubo posters pegados en la pared de mi recámara con los "ídolos del momento", aunque si hubo de Snoopy. Y al pasar de los años, para la adolescencia, hubo ángeles y hadas, que es lo que aún hay. 


Para ser completamente honesta, no tengo en galería de algún dispositivo, una imagen o foto de esos hombres hermosos, con cuerpos que parecen tallados a mano y con cincel, que salen en calendarios, fotos de Reyes Magos o cualquier evento de temporada que envían las amigas; me deleito brevemente la pupila cuando las recibo, pero no las conservo. 

Por el contrario, prefiero la foto en situación cotidiana: saliendo a correr, trabajando, tomando café, recién despierto, antes de dormir, en alguna reunión, paseando al perro, en plena flojera, en fachas; donde se ve totalmente mundano. Para mi, ese es el hombre.

El que invadió mi mente para autocomplacencia o sueño húmedo (si, las mujeres también tenemos) es aquel ser irreal que apareció una noche y despareció igual, un par de años después, pero que su paso por mi vida hizo que éstas letras, se puedan plasmar con tanta ligereza. Despertó del coma mi inspiración, del letargo a mi tinta azul y se convirtió en tinta, en 365 frases y algunos textos. Él, que tenía una palabra exacta en el momento preciso. Siempre dulce, cariñoso, tierno, amable y simpático, haciéndose presente con detalles y llenando mi vida de música, que hasta el día de hoy, forma parte de la lista de reproducción de mi mp3. Él, mi agua oxigenada, apodado así al final, porque, no sé si lo supo, lo sabrá ahora si me lee, sanó todas las heridas que traía y que conoció, junto con esa versión fría y mesurada de mi y a pesar de eso, estaba.  ¿Cómo no pensarlo si derritió a la escarcha lentamente y con paciencia? 

También está aquél otro que se escribió en mis letras y que su temperamento serio y denso, aunado a sus ideas poco convencionales, que congenian bien con las mías y toca esa parte poco conocida de mi, que es, dentro de todo, mi zona de confort. Puede despertar a la maga, a la gitana, a la bruja y sacarme del caparazón impuesto por lo que debe ser, entonces, mi mente y espíritu, vuelan libres. Libero energía, abro la mente, viajo en astral, uso mis manos, juego con fuego, atrapo el aire y despego totalmente los pies del piso. Él, que tal vez no llegue a acostumbrarse del todo a mi mente dispersa, pero reconozco que hace el esfuerzo y supongo que a veces, acopio de paciencia para no estallar ante mis comentarios fuera de contexto, pero no tiene idea el trabajo que es desconectarme de lo trivial para abrir la antena parabólica. Él, denso como brea, que puede sentir mi energía a distancia y que en corto lo siento vibrar, mi diablo, también fue parte de alguna noche de imaginación.

Con menor intensidad y ante incredulidad de quien sepa de su existencia, está él, mi rayito de sol. Si, sus desórdenes mentales tan similares a los míos y su humor ácido, tan empático con el mío; cínico y desfachatado. Sus respuestas rápidas llenas de sarcasmo, que le dan cielo a mi imaginación para volar con la idea que le secunde. Tan parecido a mi, en gustos, manías, carácter e incluso, por patético que suene, los miedos absurdos. Él, que cuando se abre es lindo y es tan fácil rendirse ante su risa, tan dulce y cariñoso, con una "ternura tierna", pero cuando no, hasta su mamonería me gusta. Si, mi querido sunshine fue quien me hizo reír a carcajadas y sonreír, justo cuando pensé que no volvería a hacerlo, además, es el muso que le dio vida a las letras más hermosas y sentidas que tengo escritas, tal vez no lo sepa, tal vez nunca las lea, incluyendo éstas.  

Y está él,  a quien a simples luces, quien me conoce superficialmente, no imaginaría que me vuele los sentidos, pero es al único al que permito ser descriptivo y que además, tiene respuesta mía. Nadie más. Tiene una sonrisa riquísima. ¡Me lo como! Es una mezcla entre un sentimiento y otro que guarda celosamente. Él, mi hermosa tinta, también está ya en el azul de mis letras. A pesar de las barreras que pone, conoce algo de mi, sabe que no tengo telarañas mentales y algunas de mis sucias fantasías. Conoce algunas de mis perversiones y tal vez, haya podido detectar lo dañado que está una parte de mi cerebro que es la que hace que le parezcan fascinantes los cambios de tono en su mirada y que si cierro los ojos, me quedo con la más oscura. Es deliciosamente perverso. 

Aclaro, que el hecho de que sean "musos",  formen o formaran parte de algún alucine nocturno, no es porque esté perdidamente enamorada de ellos o los ame hasta el fin de los tiempos, al igual que los caballeros, la imagen entra por los ojos, en mi caso; por los sentidos y cada uno de los mencionados, ha alterado alguno. 

Si, las imágenes que conservo son de esos hombres que se pueden materializar, como quien me sorprende cuando se despoja de su seriedad y me regala su risa genuina para después robarme el suspiro cuando me dispara una canción cuya letra escucho varias veces para encontrarle el sentido de lo que me quiere decir y el hecho de que aguante mis simplezas y bobadas, lo hace tan interesante cuando las responde. No, de él no mencionaré su apodo, por que su nombre va incluido ahí. 

Así pues, pienso en ellos y de vez en cuando, en alguien más.