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lunes, 17 de julio de 2017

Vale la pena

"Vale la pena" Lo he escuchado tantas y tantas veces, como frase hecha, como frase de consuelo si le agregas la palabra "no". "Déjalo, no vale la pena". Se dice tan a la ligera, tan fácil.

Tal vez pienso o siento mucho, pero me he puesto a darle un poco más de sentido a esa frase y aplicarla a mi vida.

No solemos usar realmente la palabra 'pena' como pudor o timidez cuando la usamos en ese contexto, sino como tristeza, aflicción, dolor; enojo en algunas ocasiones.

El mundo en una de sus vueltas, decide cambiar de sentido y en ese descontrol, nos tambalea y entonces; ocurre. Ocurre esa situación que nos ocasiona tristeza, dolor, enojo: pena. Amamos a alguien profundamente (o creemos que así es) y ese alguien no nos ama de igual manera o no cumple con las expectativas que nos formamos (o que, como político en campaña, nos vendió) y llega la desilusión inmensa. Lloramos, seguimos llorando, dejamos que nos invada la tristeza y creemos que no volveremos a sonreír de nuevo, sentimos que la vida se nos va en un suspiro. Hay personas que caen en esa oscura trampa que es la depresión. Duele, a veces, incluso, hasta respirar. Empezamos con el lento calvario de no sentirnos merecedores de las cosas lindas que la vida tiene para ofrecernos. Duele y nos transformamos en agua y cual río, nos dejamos fluir. Duele y nos convertimos en roca y nos detenemos en el camino. 

Abandono, soledad; una mezcla de todo que nos trae recuerdos de la infancia, de la vida familiar, de situaciones vividas a lo largo del camino recorrido. 

Nos enojamos de tal forma que queremos romper todo lo que se cruza en nuestro camino; objetos, personas, vidas. Planeamos secretamente venganza en contra de las personas o situaciones que en nuestro sentir nos lastimaron. Inventamos historias que son dignas de novela de horror, donde de ser las víctimas, nos convertimos en victimarios. 

En cualquiera de los casos, envenenamos el templo sagrado y todo su contenido: el cuerpo, mente y espíritu. 

"No vale la pena", es tan común que usamos la frase para cosas que pueden parecer intrascendentes. Olvidar algo en algún lugar, perder, romper o que lo rompan, algún objeto material,  al cual no se le da mucho valor económico o sentimental o incluso, aunque lo tenga. Buscarlo o regresar a buscarlo,   pegarlo, componerlo o mandar a que lo compongan; pensamos en el gasto y esfuerzo y si creemos que sobrepasa nuestras posibilidades, llegamos a la conclusión de: "no vale la pena" y seguimos adelante sin mirar atrás muchas veces.

Creo entonces, que para utilizar esta frase con seres humanos, tenemos que recapitular lo que escribieron en las líneas de nuestro libro.

Si esa persona que compartió conmigo momentos en mi vida, me hizo crecer como ser humano, me ayudó a desarrollarme, al ver mis alas me regaló cielo, me enseñó y me dejó aprender cosas que no imaginé, colaboró en que mi mente se abriera, me impulsó a buscar nuevos horizontes, me hizo sacar la mejor versión de mi, me inspiró a cambiar hábitos o planes, me inyectó vida, me modificó el concepto de amor por amor no por necesidad, me regaló sonrisas y risas, me aceptó tal cual y en el proceso, aprendí a aceptarle y al mundo en general, compartió mi felicidad y triunfos, salud y enfermedad, derrotas y errores, perdonó y me enseñó a perdonar; vale la pena.

Si por el contrario, permití que en mi vida solamente trajera lágrimas, dolor, tristeza, frustraciones, apatía, depresión, fracasos y todo eso dejó cicatrices en el alma o físicas; no vale la pena. 

Si alguna persona o situación duele; inhala, exhala, aquieta tu mente, tu sentir y recapitula. ¿Realmente amerita tu sufrimiento? ¿Realmente vale la pena?

Si la respuesta es "no": perdona, libera y fluye. Si la respuesta es "si", intenta hasta donde sea posible sin perderte en el intento.

Si, porque para "valer la pena" tiene que valer antes la risa, la sonrisa, la felicidad, el tiempo, la dedicación, la entrega, las lágrimas, el crecimiento, el aprendizaje, la libertad de ser quien eres, el esfuerzo, la alegría, el amor, la vida.






lunes, 10 de julio de 2017

Usted

¿Así que viene usted a decirme que ya no quiere estar conmigo?

Pregunto mientras le doy un sorbo al café, mirándote a los ojos con toda la indiferencia que existe en mi, con una media sonrisa cínica que deja ver de trasfondo un "si supieras". Mala la hora en que prohibieron fumar en lugares públicos, de otro modo tendría el cigarrillo en la mano izquierda y al soltar el humo, verías su nombre dibujado. 

¡Qué guapo te ves con esa seriedad! Eres varonil, tienes porte y percha. Eres atractivo y lo sabes y haces lo posible por resaltarlo.Tienes unos ojos de gato hermosos, unos labios tremendamente sensuales, una nariz fina y delicada, un cabello acariciable, una sonrisa muy adhoc con la personalidad prefabricada que te has creado, delgado, buen cuerpo. Vamos, si fueras un corte de carne, serías premium. Tienes los bienes materiales que cualquier mujer puede desear. Tienes clase y buen gusto. 

Pero eso no basta, al menos para mi. Necesito algo más dentro de ese hermoso contenedor. Tienes cierto nivel de cultura pero para impresionarme, requiero más que eso. Mucho más. Coraje, iniciativa, pasión, entrega, ternura, ente otras cosas. Cualidades que por más que busqué, no tienes. 

Escucho tu verborragia y nada de lo que dices me sorprende, me sorprendería que te hubieras quedado más tiempo conmigo, pero era casi improbable. No estás acostumbrado a altos vuelos y tu alma con miedos no te permite despegar del todo los pies del suelo.

No, no soy tan cruel como para atreverme a decirte que realmente me da igual lo que hagas o pienses, hay alguien que con menos esfuerzo que tú, provoca en mi, incluso, sueños húmedos. Decirte que con él  me siento viva, es crueldad innecesaria . Tampoco mencionaré que sólo con él, soy yo. 

Tu perorata me resulta aburrida.

Me preguntas si quiero decir algo. Te respondo que si, mientras me preparo para marcharme:

A usted, no lo recomiendo ni como aventura.







lunes, 3 de julio de 2017

Caperucita

Querido Lobo Feroz:

Sé que esta vida ha sido muy difícil para ti; te han dado el papel de villano y te has visto forzado a cumplirlo, a causa de esos estúpidos cerditos con afán de protagonismo. 

Ay, amor mío; ¡Si tan sólo te conocieran realmente! ¡Si pudieran ver lo que hay detrás de esa imagen prefabricada por los cuentos! Me resulta molesto que te hagan ver como tonto despiadado, si tienes una inteligencia brutal. Odio realmente cuando los puerquitos se burlan de ti y más al final; ese momento en que disfrutan tu -supuesta- muerte en una caldera. 

Eres noble, como los de tu especie y sabes ser leal, esa es la razón de mi reproche por no matar a Pedro. Hubiera resultado tan sencillo. Sé que por naturaleza no matas humanos, pero Pedro lo merecía; por mentiroso. 

Jamás olvidaré el momento en que te vi por primera vez en el bosque, aunque he de confesarte que ya había escuchado tu aullido y se erizó mi piel esa madrugada. Aunque nada se comparará jamás al aullido con el que me llamas donde quiera que estés o al que brota de tu ser al llegar al clímax. Tus ojos me atraparon desde que los vi, mucho antes que tu voz. 

¿Que si siento celos de Blanca Nieves por que ronda por el bosque? No, nunca. Tampoco de alguna hembra de tu especie que ose merodear por mi bosque. 

¡Tan poco saben de ti! Eres monógamo, solitario y territorial, cariñoso en mis días difíciles. Eres fuego, eres pasión y eso con una hembra es una vez al año, conmigo cada que el deseo nos convoque.

No tienen idea de lo que es amanecer entre tus brazos, vivir una noche de tu sol, estremecerse con tu aliento en el cuello y sentir como encajas lentamente los dientes sin lastimar, saber que me buscas con tu mirada nictálope me hace sentir tan protegida, tan segura, como  escuchar tu gruñido si alguien se me acerca.

Creo que es hora de que descanses un poco, amor. Déjame ser yo quien te busque, quien muera de deseos por cazarte. Sé mi presa y déjate llevar. Otra vez, como la segunda ocasión que nos encontramos. Sabes que soy cazadora por eso puedo andar en tu bosque o en cualquier otro sin miedo a los lobos, a los príncipes, a los centauros. Me ven tan ingenua y cuando ven que abro la boca y descubro la cabeza, deslizando la parte superior de la capa, me tienen miedo. 

Lo sabes bien, lo único que me podría poner a temblar sería un guerrero y es probable que si decide luchar a mi lado, me vaya con él pero esos no se cruzan con frecuencia por mi camino, así que no te preocupes. 

Entrégate esta noche, déjame hacerte mío, gruñe de placer mientras ahogo mis gemidos, aulla. Mañana cambiamos de nuevo los papeles. 

Es probable que no hayas escuchado, yo si. Estoy harta de Pedro y voy a hacer lo que tú no. Regreso en breve.

Tuya siempre.

Caperucita.