Comerme la sopa de
letras con el diccionario en la mano,
para no cometer
ninguna errata, mientras busco tu nombre en el plato.
Buscar en tu espalda
la fecha de caducidad escrita en el dorso,
saboreando todos los
gustos posibles mientras la beso.
Sazonar todas nuestras
comidas con la sal de mis lágrimas,
esas de felicidad que
ruedan por mi cara con solo pensarte.
Abrazarme fuertemente
a ti, por temor a dar un paso
y caerme por el borde
de este planeta de ilusión.
Estarme horas y horas
mirándome en el espejo del mar,
tratando de verte
reflejado en las niñas de mis ojos.
Caminar por las calles
hacia atrás, para intentar regresar siempre al mismo lugar,
donde te vi la primera
vez y volver a conocerte mil veces.
Hacerme pequeña, muy
pequeña, para poder esconderme en el bolsillo de tu camisa
y sentir tu corazón.
Meter a la noche en la
lavadora y lavarla con agua muy caliente,
hasta que encogiera al
tamaño de tu cama.
Planchar tu ropa
dibujando corazones, para llenarla de tanto amor,
que te sirva de
escudo ante cualquier pena.
Perfumar al viento con
tu olor, para que me envuelva tu presencia siempre
y en cualquier lugar.
Escribir en las nubes
de tu cielo mi nombre,
para que cuando mires
hacia arriba me pienses.
Buscar ese trébol de
cuatro hojas que esconden los duendes de mi bosque,
para tu suerte y la
mía.
Aprender todos los
idiomas del mundo, para decirte,
como el eco de las
simas, te quiero, te quiero...
Todo esto y mil
tonterías mas, porque esta enfermedad del amor,
tiene unos síntomas
incurables, sin mas antídoto conocido que inyecciones de pasión
y ternura que hacen
mas llevadera la convalecencia.
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