Gracias por no haberte quedado, por enseñarme que las palabras de conquista funcionan cuando son lindas y parecen genuinas, que es sencillo escribirlas o decirlas para conseguir los fines.
Gracias por que descubrí contigo que soy demasiado ingenua aún y creo en el amor idílico y romántico que hace soñar despierta.
Gracias por mentirme, por ilusionarme, no; por dejar que me ilusionara con la imagen tan pulcra y recta que manejaste conmigo.
Gracias por mostrar la incapacidad de entender a un ser como yo y por eso, gracias por no enamorarte.
Pudiste ser el más sublime de mis musos, tal vez, el más hermoso hasta ahora, te bordé bellamente para plasmarte y sentarte en el trono del dios principal del Olimpo.
Maticé tus defectos con las cualidades que habías mostrado, te delineé a mano para hacerte un ángel terrenal, tomé tinta, cerré los ojos, inhalé, exhalé, dejé que llegara la inspiración y en un parpadeo; soplaste realidad y salió volando el polvo de hadas de mis pestañas; entonces te vi: un hombre promedio, con tantos miedos y limitaciones, con pretextos disfrazados.
Por eso, gracias por no abrirte conmigo y no mostrar el bello ser que eres y que me dijeron tus manos y tu mirada cuando te dejas fluir.
Deseo que apliques esa frase que dices: "yo vine al mundo a dar amor".
El mundo somos todos, empezando por ti.
Gracias, solamente tenías que dejarte querer.
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