Tal vez algún día leas lo que en tinta azul escribí para ti.
Espero que puedas encontrarte en mis letras e identificar cuáles son tuyas.
Te aclaro, mi vida, es la visión a través de mis ojos, mi capacidad de idealizar mezclada con la ensoñación. Tendrías que haberlo visto, sentido y vivido de una forma al menos un poco similar a la mía para entenderlo.
Te lo dije y lo repito, seré tu amiga incondicional, siempre.
Gracias infinitas por todo lo que me quedaste debiendo, por la breve ilusión que creaste, por darme tinta, porque tu ego reafirmó mi valía y no puedo ni quiero cambiar mi forma simple y dulce de ser, que infortunadamente tu no te diste la oportunidad de apreciar y valorar.
Gracias por no brindarme tu apoyo; ni moral ni físico cuando te lo pedí, en ese momento entendí que sólo fui un instante en tu vida y que, a diferencia de mi, eres incapaz de mostrar empatía y solidaridad, mucho menos afecto o cariño, ni hablar de amor. Gracias por no tocarme, por no abrazarme y menos rozarme, fue una forma no grata ni sutil de mostrar tu rechazo a mi ternura y de algún modo, no tendré que borrar tus huellas de mi piel.
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