Si, esa fui yo.
No tengo reparos o problemas en confesarlo, es verdad.
Al principio, no me resultabas interesante y atractivo, es más, no sabía que existías hasta que me hablaste.
Ésta es mi versión de la historia.
No, estará distorsionada por que mi mente dispersa y romántica le pondrán detalles de cuento de hadas y música de fondo, a fin de cuentas, soy la princesa caramelo.
Objetividad, no creo, la perdí cuando voló la primera mariposa. Digamos que será una explicación -o justificación- de mi razón para enamorarme de ti.
No me importa que eleves tu ego (más aún) y que me agregues a tu colección de mujeres. Ya sabrás porqué.
¿Qué me llamó la atención de ti? Un detalle tan pequeño y tal vez cotidano, pero de eso se hace la vida. Un momento donde te acercaste y me hablaste cerca del oído, me gustó el tono de tu voz en ese gesto. ¿Qué dijiste? Lo recuerdo perfecto, pero no te lo diré. Ya había pasado antes, pero en ese instante, te sentí.
Tu aroma, la loción combinada contigo me resultó deliciosa.
Tus manos, la forma en que hablan por si solas y cobran independencia para decir lo que tus palabras no dicen.
Tu mirada, la manera en que de pronto cambió cuando me veías y mostrabas -aún lo haces- un prisma de emociones descifrables para mi.
Tu risa, en el momento que descubrí que te la robaba, a veces sin el permiso de ti mismo, que igual que la sonrisa, de pronto, se dibujaba.
Tu mente, con ideas muy similares a las mías y que me producían una sensación de confort, de tranquilidad, de saber que alguien más puede volar conmigo y que le parezca natural. Donde mi "rareza" se sentía en casa y pude dejarme fluir y hacer y decir cosas que generalmente, no puedo.
Eso fue lo que me atrapó por completo.
Más allá de un cuerpo que al mío le resulta demasiado atrayente, como si fuera un imán y provoca sensaciones que no había sentido antes con alguien más, fue el sentirme en mi espacio.
Tu coraza impenetrable -en apariencia- tu halo de misterio, tus barreras infranqueables, lo cuadrado y necio que puedes ser, tu rigidez, tu seriedad, todo eso lo tiré a la basura cuando un comentario mío te arrancó una risa nerviosa y tus palabras siguientes demostraron que había algo más que una fachada de conquistador cotidiano.
Si, estaba estúpidamente enamorada de ti. Hubieras podido hacerme lo que quisieras y tenerme idiotizada por ti, por tiempo indefinido.
Supongo que un buen día al verme alelada decidiste que no era conveniente para tu plan de vida y mostraste tu lado oscuro. Ahí tuve que haber corrido y contra toda sensatez, me quedé.
No entendí el mensaje o no lo quise hacer. Mi mente embrutecida no carburó que no me querías contigo ni para ti.
Acepté toda clase de excusas y pretextos para no verme, las justifiqué: te justifiqué.
Y una tarde, en dos minutos, tiraste mi enamoramiento a la basura.
Soy quien soy, lo sabes. Me desbordo en miel y detalles y lo hice contigo. Fue inevitable. Me nacía, me vibraba. Me encantaba recibir correos tuyos con regularidad, mensajes de texto y sentir que en algún momento del día te acordabas de mi.
Tuve que haberme alejado a tiempo, cuando tus actitudes me lo gritaban, cuando no había respuestas a mis letras de ninguno de los modos posibles, pero tuve que quedarme para aprender.
Dejé el enamoramiento para amarte. Así, tal cual, el paquete completo.
¿Sabes? Me hubiera ido contigo al infierno si lo hubieras pedido. Pero el hubiera no existe y el haiga, tampoco.
Ahora, por fin, estoy donde quieres: fuera de tu vida. Ya lo entendí.
Me quedé con las ganas de tantas cosas contigo. Cosas que dijiste que se escucharon tan lindas, tus "futureadas", tus comentarios hacia mi. Nunca te leí, no llegaron las letras que durante meses mencionabas. En fin, palabras al aire que volaron cual mariposas, seguramente habrá a quien se las hagas realidad.
Tal vez el saber esto reafirme y engrandezca tu ego, no me importa, repito, ser una más de tu colección, sé lo que valgo. Por el resultado de la mezcla tu-yo, parece como si le dijeras lo mismo a todas, como si actuaras igual con todas, como si realmente ninguna fuera realmente "especial" y única, como si alguna no fuera capaz de ser merecedora de tu tiempo y espacio, y claro, menos de tu afecto o amor. A excepción de quién algunas veces mencionaste y que lindamente, comparaste conmigo.
No le tengo miedo al amor ni a amar y menos a reconocerlo. Crecí y aprendí que quien huye del amor incondicional y genuino, todavía le falta mucho camino por recorrer. Negarse a algo tan natural por miedo oculto atrás de un "no me importa", herir con palabras y acciones, también con silencios, indica que hay mucho que perdonar.
Yo sólo quería compartir mi alegría, pasión y amor por esta maravillosa aventura que se llama vida, contigo. Es evidente que tú, ni un par de horas quieres estar conmigo.
¿Recuerdas a una tonta que te amaba? Esa que esperaba despierta a que avisaras que llegabas, sin importar la hora, que se desnudó y deslizó en letras para ti y por ti. Si, esa fui yo.
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