¿Sabes, bonito?
Me puedo imaginar caminando contigo tomada de la mano mientras me cuentas anécdotas de tu infancia, pisar las hojas secas del otoño que se rompen al ritmo de tus historias tristes, de esas que tienen retrato en sepia en el álbum fotográfico de tu vida. De algún sueño no realizado, un regalo no recibido, una palabra o actitud de rechazo, lágrimas derramadas a escondidas, amores imposibles de adolescencia.
Platícame de tu invierno, de tus días fríos, de las situaciones que se vuelven cotidianas que acompañan a la temporada navideña con los respectivos detalles de la preparación de la cena o la puesta del árbol. Déjame entrar a tu nostalgia a través de tus ojos, entrar también a esa zona escarchada con copos de nieve que cubren una parte del acceso a ti y que están tan bien colocados que percibo tu miedo a que se muevan de lugar y derretirte y tener que mostrarte como el hermoso ser que eres.
Tan hermoso como la primavera que se crea cuando sonríes, como las flores que nacen en mi piel si me miras, como las mariposas que vuelan si me tocas.
Tu risa es un día de fiesta, podría comparar tu ternura con cualquier película donde al salir el sol renace la vida y si suspiras, se mecen las plantas al compás de tu aliento.
Cuéntame de tus días alegres, de tardes de pizza, de música deshoras, de tu adolescencia increíble, de tu travesura insensata, de tu placer culposo, del accidente tonto, del regaño absurdo, de la cicatriz, del regalo imposible.
Puedes ser tan cálido como una noche de verano mientras se contemplan las estrellas y la mente viaja al lugar donde se quedan las ilusiones colgadas tejiendo olanes de sueños que nos envuelven y a veces, al recordarlas, nos hacen la vida más llevadera.
Tu fuego quema como el sol de medio día, como la antesala de tu infierno donde con gusto podría arder lentamente. ¿Qué te apasiona? ¿Qué te enloquece? ¿Qué hace que te hierva la sangre? ¿Qué te altera lo sentidos? ¿Qué te excita?
Sería un verdadero deleite compartir las cuatro estaciones contigo. No te quiero para un rato, ni por quererte. No, bonito, tú me gustas y te quiero, para amarte.
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