Me desperté pensando en ti, con una sensación de nostalgia que duele, que inquieta y que traigo atorada en la garganta.
En un impulso pretendía escribirte un mensaje de buenos días, a mi estilo muy peculiar contigo. Me detuvo el ¿para qué? ¿Por qué? Porque lo siento, porque me nace, porque hoy te sentí en la mañana y desperté con tu voz en mi oído.
No existes, eres irreal y producto de una fantasía repetida tantas veces que te di vida, muchas veces, más perfecta de lo que cualquiera pudiera imaginar.
Suspiro. Si algo aprendí de ti y contigo, es a ya no esperar, a no detener mi vida por alguien que no sabe que quiere, ni cuando, ni para que lo quiere.
Así pues, se van las mariposas con tu recuerdo.
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