No acostumbro releer-me. Lo que escribo en los momentos de inspiración, no se edita, es sentimiento puro fluyendo.
Una mariposa batió sus alas en algún lado y me hizo buscar en blog las letras escritas para ti.
Fue un suicidio enviarte los enlaces directos para que leyeras lo escrito contigo en mente.
No negaré el inmenso amor que sentí por ti y que tal vez tampoco entendiste. Sin embargo, lo explico en otro texto aún no publicado y que al hacerlo, me siento obligada a enviártelo.
En esa vuelta por mis letras, encontré dos menciones más para ti y de la misma manera que fueron escritas, fueron releídas: con lágrimas en los ojos.
Si aún no posas tu mirada en ese azul, puedo entender tu mutismo. Pero si ya lo hiciste y no solamente una vez, sino varias, para entender por completo todo lo que expresé para ti, duele.
Duele saber que en el fondo eres un cobarde, que no tiene el valor de cuestionar las cosas. Duele notar que de caballero no tienes más que la "c" de "cabrón", con tan poca educación para siquiera agradecer.
"Cobarde" por no dejarte querer, por anteponer tus miedos al sentirte amado y expuesto, por una serie de pretextos insulsos que terminaban en "estoy ocupado", "estoy trabajando", "no tengo tiempo". Eso es una mentira que disfraza la falta de ganas y de interés. Ya le habías robado horas a Cronos, pero no supiste que hacer con tanto amor.
"Cabrón", porque caíste en lo burdo y ordinario de no valorar y no valorarme, dando por hecho que estaría siempre para ti, en lugar de cuidar lo que tenías.
Es probable que tu ego se haya elevado a niveles insospechados al verte a través de mis ojos, poco importa si no tienes los cojones bien puestos para dar la cara, aunque sea, por educación.
Mi punto final será cuando leas las razones por las que te escribiste en mi historia. Después de eso... A ver quién te escribe como yo.
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