Entonces ella despertó, abrió sus grandes ojos color café, de ese que quita el sueño, parpadeó con sus pestañas de abanico y leyó.
Se dibujó una sonrisa de rebanada de sandía en sus labios, suspiró, abrazó a su almohada y decidió disfrutar las palabras un rato más.
Cinco minutos más.
Cinco minutos más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario