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jueves, 21 de julio de 2016

Tus letras

Entonces ella despertó, abrió sus grandes ojos color café, de ese que quita el sueño, parpadeó con sus pestañas de abanico y leyó.

Se dibujó una sonrisa de rebanada de sandía en sus labios, suspiró, abrazó a su almohada y decidió disfrutar las palabras un rato más. 

Cinco minutos más.

Buenos días, solecito.



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