Desde mi madrugada te escribo, puntito azul.
No es insomnio, es un vendaval de emociones dentro de mi que terminó formando un tornado que derribó una ciudad ya construida. Soy ilusa y pensé que había un búnker ya edificado, tal vez lo hubo, tal vez desde su origen me fallaron los cimientos.
De unos días para acá me ataca tu recuerdo y no he podido defenderme de eso, me "haces ruido". Tu nombre me habla.
La razón de escribirte es obvia: eres parte del remolino de emociones pasadas y de mis letras y tinta azul. 365 días fuiste mi inspiración para una frase diaria, un par de textos y mi reencuentro conmigo.
Mi nostalgia amarilla voló hacia ti, como mariposa del mismo color y la única palabra que brota de mi ser es: gracias.
Gracias por haber estado, por tu irreal existencia, por resucitar mis letras, por encender una vela en medio de la oscuridad, porque cuando me perdí me diste el mapa del camino amarillo y fui directo a Ciudad Esmeralda.
Si, choqué los talones de mis zapatos rojos y el cuento acabó.
Donde quiera que estés, " en mis sueños te colmo de bendiciones".
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